miércoles, 17 de febrero de 2010

EL ENSAYO FILOSOFICO

LECTURA DE ENTRADA: OBEDIENTES Y REBELDES
Acabé el capítulo anterior citán­dote la venerable opinión de Aristóteles: "el hombre es un animal cívico, un animal político" (lo cual no debe confundirse con que los po­líticos sean unos animales, como opinan algunos). Es decir, que somos bichos sociables, pero no instintiva y automáticamente sociales, como las gacelas o las hormigas. A diferen­cia de estas especies, los humanos in­ventamos formas de sociedad diver­sas, transformamos la sociedad en que hemos nacido y en la que vivie­ron nuestros padres, hacemos experi­mentos organizativos nunca antes in­tentados, en una palabra: no sólo repetimos los gestos de los demás y obedecemos las normas de nuestro grupo (como hace cualquier otro animal que se respete) sino que lle­gado el caso desobedecemos, nos re­belamos, violamos las rutinas y las normas establecidas, armamos un follón que para qué. Lo que quería decir Aristóteles, tan formalito co­mo creíamos que era, es que el hom­bre es el único animal capaz de su­blevarse... Qué digo "capaz": los hombres nos estamos sublevando a cada paso, obedecemos siempre un poco a regañadientes. No hacemos lo que los demás quieren sin rechis­tar, como las abejas, sino que es pre­ciso convencernos y muchas veces obligarnos a desempeñar el papel que la sociedad nos atribuye. Otro filóso­fo muy ilustre, Immanuel Kant, dijo que los hombres somos "insocial­mente sociables". O sea que nuestra forma de vivir en sociedad no es sólo obedecer y repetir, sino también re­belarnos e inventar.
Pero atención: no nos rebelamos contra la sociedad, sino contra una sociedad determinada. No desobe­decemos porque no queramos obe­decer jamás a nada ni a nadie, sino porque queremos mejores razones para obedecer de las que nos dan y jefes que ordenen con una autoridad más respetable. Por eso el viejo Kant señaló que somos "insocialmente so­ciables", no asociales antisociales sin más. Los grupos animales cambian a veces sus pautas de conducta, de acuerdo con las exigencias de la evo­lución biológica cuya orientación tiende a asegurar la conservación de la especie. Las sociedades humanas se transforman históricamente, de acuerdo con criterios mucho más complejos... que no sabemos cuáles son. Unos cambios intentan asegu­rar determinados objetivos, otros consolidar ciertos valores, y muchas transformaciones parecen provenir del descubrimiento de nuevas técni­cas para hacer o deshacer cosas. Lo único indudable es que en todas las sociedades humanas (y en cada miembro individual de esas sociedades) se dan razones para la rebelión. Tan sociables somos cuando obede­cemos por las razones que nos pare-válidas como cuando desobedecemos y nos sublevamos por otras se nos antojan de más peso. De modo que, para entender algo de la política, tendremos que plantearnos esas diversas razones. Porque la política no es más que el conjunto de las razones para obedecer y de las razones para sublevarse... (Fernando Savater, Política para Amador)
El ensayo no es un ar­tículo, ni una meditación, ni una reseña bibliográfica, ni unas memorias. Un ensayo puede ser cualquier cosa o varios de los anteriores". Se sabe que el ensayo se presta a todo tipo de materia: ciencia, periodismo, literatura y, ahora, filosofía. ¿Qué tienen en común estos tipos de ensayo? Podría decirse que varias cosas: un tono personal (subjetivo), un enfo­que argumentativo y un propósito persuasivo.
El ensayo filosófico, paara Muchos es "el ensayo por excelencia", ya que el género ensayístico nace con los antiguos y clásicos filósofos griegos y romanos como una combinación de la oratoria y la epístola, es decir, como una fusión de discurso persuasivo y comunicación intimista, familiar. Pero, aunque hoy el ensayo no se reduce al servicio de la filosofía, sin duda es fiel al ejercicio filosófico mismo, entendido como la práctica del discernimiento, es decir, co­mo la puesta en acción de la inteligencia que reflexiona, medita.
Características del ensayo filosófico
Tratamiento trascendente del tema: el asunto de que trate el ensayo fi­losófico es secundario, es decir, cualquier tema es válido. Lo que da carác­ter a este tipo de ensayo es la manera como se enfoca o se trata dicho te­ma. El tratamiento filosófico de un contenido supone una perspectiva trascendente, esto es, que abarque lo esencial, lo que está más allá de las apariencias. Se accede a los grandes problemas que preocupan al ser humano: la vida, la muerte, el amor, la justicia, el poder, Dios, la verdad, la convivencia.
Argumentación lógica: aunque pueda parecer una obviedad, el ensayo filosófico fundamenta su discurso en una cuidadosa lógica argumentativa. El pensamiento filosófico opera casi como un lenguaje matemático. El or­den y la relación entre las ideas deben ser sumamente claros y coherentes. Se opta por una estrategia argumentativa según la exigencia del tema y, también, según la propia forma de pensamiento: inductiva, deduc­tiva, dialéctica.
TALLER DE APLICACIÓN: A partir de la lectura del texto la profescia de Sócrates (Véase wshspc.blogspot.com), Elabora un ensayo filosófico.

EL ENSAYO CIENTÍFICO

LECTURA DE ENTRADA: LA VIDA DERRAMADA
Una rata almizclera, Ondatra Zi-bethica Zibethica (Linneo, 1766), cayó en nuestro estanque. El pozo es-taba vacío, a excepción de un peque­ño charco formado por el deshielo in­vernal. Trataba de abrigar su piel parda contra un rincón, mientras me miraba con sus ojos salvajes y asusta­dos, y su cola desnuda y. enlodada permanecía quieta. Antes de que pu­diera encontrar un instrumento apro­piado para sacarla de allí, un vecino que pasaba (poco familiarizado con los roedores seguramente) concluyó que se trataba de una rata gigante, tan sanguinaria como un tigre y tan infecciosa como una plaga hospitala­ria. Tornó a casa por su escopeta y disparó sobre el animal hasta reducir­lo a un bulto amorfo del que sólo se distinguían las patas traseras y los dientes pelados. Había sangre en las paredes y en el fondo del estanque; aquel bulto era una masa sanguino­lenta, y el charco se había convertido en un pequeño mar rojo. La cacería había terminado, y yo tenía que afrontar las consecuencias. El género humano se divide en cazadores y... aquellos que tienen que pagar los pla­tos rotos.
Sepulté el cadáver del intruso bajo los abetos del jardín y limpié con un trapo la pista de tiro. Puesto que el estanque carecía de drenaje, la lim­pieza se convirtió en un ejercicio de persecución de la sangre, tan emocionante como escuchar la Sinfonía del adiós de Haydn, con la aguja que en el mismo surco. De modo que me puse a reflexionar acerca de la sangre La sangre no consistía tan sólo en materia desagradable que, en condiciones normales, permanecía dentro de la rata; era también su secreto de vida vertido hacia fuera. (...)
La rata había sido lanzada a tierra de cualquier modo desde su mar interior. Millones de glóbulos rojos se coagulaban y desintegraban, al tiempo que las moléculas de hemoglobina eran incapaces de discernir cómo y dónde transferir sus cuatro moléculas de oxigeno. (...) Entre la maraña de proteínas de desintegración había glóbulos blancos, vivos tan vivos como las células que vemos a través de un microscopio. (...)] Millones y millones de glóbulos blancos naufragaban en ese breve océano que se enfriaba, en el cemento, en el trapo, en la exprimida piel de la rata. Confundidos por la desacostumbrada temperatura y la concentración de sales, carentes de signos adecuados y sin el palpitar del endotelio vascular, permanecían pese a todo vivos y a la búsqueda de lo que estaban destinados a buscar. (...) Y aquí y allá, una célula mustia se dividía para dar origen a dos nuevas células últimas a que daría origen.
A pesar de las pérdidas considera­bles estas inagotables tropas de defensa continuaban protegiendo la rata contra la arena, el cemento, el yeso, el algodón y la hierba. A nombre de una identidad ya sepultada bajo los abetos, libraban lo que sería su última batalla.
La vida multicelular es compleja; la muerte celular también. Lo que se conoce como la muerte del individuo, y que se define como el cese de la actividad del corazón (o la pérdida de las funciones cerebrales, para decirlo con más precisión), no significa la muerte del sistema que resguarda y asegura su individualidad. Debido a las células de este sistema (los fagocitos y los linfocitos), la rata estaba aún, en cierto sentido, correteando por el estanque en busca de sí misma (…)
La simple sangre derramada muestra que no ocurre una sola muerte, sino un cúmulo de pequeñas muertes de diversos grados e importancias. La oscura escena del final es tan espe­cial y prolongada como la oscura es­cena del principio, cuando una célu­la macho y otra hembra comienzan ese proceso de divisiones y diferen­ciaciones hacia células y tejidos, la activación de cierta información he­reditaria y la represión de otra, los millones de orígenes y finales, de lle­gadas y partidas. (Miroslav Holub. Bogotá, Taurus : 2000

El ensayo es un ejercicio que consiste en someter a verificación unas ideas o tratamientos que, en sí mismos, podrían no ser significativos o valiosos. En­sayista es, pues, quien sopesa y examina para llegar a nuevos descubrimientos. Sopesar significa medir pesos, tomar partido. Ensayar es también intentar aproximarse a una respuesta. El valor del ensayo no reside tanto encontrar una solución si no en recorrer un camino de demostración
Características del ensayo científico: Normalmente, se asocia el ensayo con la literatura. Sin embargo, esta consideración restringe demasiado las posibilidades de un género tan ampliamente útil en todas las disciplinas: literatura, filosofía, periodismo, ciencia, etc. El ensayo científico, considerado uno de los más interesantes y po­co frecuentes de encontrar en el medio académico.
Aspectos claves del ensayo científico:
El contenido o el tema: la materia o asunto de este ensayo tiene relación con la ciencia en su acepción más amplia: medicina, zoología, botánica, as­tronomía, física, etc. Se ocupa de lo ya demostrado o que está en vías de demostración. El propósito: según el tema y el estado en que se encuentre su conoci­miento, el ensayo científico puede proponerse: explicar, describir, compa­rar, refutar, cuestionar...
Las estrategias: un(a) científico(a) puede utilizar en un ensayo diversas formas de sustentar sus ideas: descripción, narración, exposición, compa­ración, explicación, refutación, etc. Entre los tipos de ideas a que puede re­currir están: razones, hechos, evidencias, conceptos, características, juicios, opiniones, etc.
La estructura: un ensayo científico puede concentrarse en organizar sus ideas en función del propósito, así: describe un fenómeno (define, caracte­riza, ejemplifica, compara, etc.); desarrolla un tema (explica, plantea secuen­cias, induce, deduce, relaciona, etc.); analiza un problema (explica, clasifica, compara, infiere, describe, etc.).
TRABAJO: A partir de los temas: el calentamiento del planeta, el virus ah1n1, el cáncer de mama, el papiloma humano. Elabora un ensayo científico con.

LA COHESIÓN LÉXICA

LECTURA DE ENTRADA: TERRORISMO (NPI pág. 159)
Terrorismo es lo que nos hacen ellos a nosotros. Justicia es lo que les hacemos nosotros a ellos. Y vice­versa. Depende de quienes seamos nosotros y de quienes sean ellos. Y depende también de qué tan fuerte o tan débil sea cada cual. El que tiene un bombardero, bombardea. El que sólo tiene una bomba, pone bombas.
Lo primero, lo de ellos y nosotros, lo ilustra una frase reciente de Kofi Annan, que en su calidad de Secre­tario General de las Naciones Uni­das, tan enemistadas entre sí, está crucificado en los contradictorios maderos de su organización. Dijo Kofi Annan, en la discusión sobre la definición de la palabra terrorismo: "El terrorismo del uno es el 'luchador por la libertad' del otro".
Lo segundo, lo de la relatividad del poder, lo ilustró hace 15 siglos San Agustín con una anécdota de casi 1000 años antes, referida a Alejan­dro Magno. Capturó este gran hom­bre a un miserable pirata, y le espetó indignado: "¿Por qué siembras el te­rror en el Golfo de Corintio?". Y le contestó el pirata (más o menos): "Y tú, ¿por qué siembras el terror en el mundo entero? A mí me llaman pirata porque sólo tengo un barquito. A ti, porque tienes una inmensa flota de navíos, te llaman emperador".
Es que no es fácil definir lo que es el terrorismo. ¿Por sus agentes? ¿Por sus fines? ¿Por sus métodos?
Sus agentes pueden ser el pirata o el emperador. La historia del mundo está plagada de piratas que, a fuerza de terror, acabaron siendo empera­dores. El más poderoso —y por el momento el único— de los empera­dores actuales, que es el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, es el heredero directo de unos seño­res hoy respetadísimos, porque triunfaron, que se llamaban Wash­ington, Jefferson, Adams, Madison; pero que de no haber triunfado en la empresa de liberar eso que hoy son Estados Unidos, de la corona ingle­sa, hubieran sido ahorcados como terroristas: ponían bombas. Vladimir Puttin, el presidente de Rusia, llama hoy terroristas a los chechenos que buscan su independencia poniendo bombas. Aquí en Colombia, para no ir más lejos, este gobierno actual que dice combatir el terrorismo es el he­redero de los que nosotros llamamos patriotas, pero en su momento fue­ron llamados bandidos por el gobier­no español contra el que se levantaron hace casi dos siglos: los liberta' dores. Los cuales, a su vez, también son agentes de terror.
La palabra, en su acepción política actual, viene de los "gobiernos establecidos" por la Revolución francesa: "La Terreur", con mayúscula. Y des­de entonces (y aun desde muchos milenios antes), el método ha sido usado por todos, en todas partes...
Y eso nos lleva a los métodos. Los romanos se quejaban, durante las guerras púnicas, de que los cartagi­neses usaran elefantes en las batallas terrestres, que aterrorizaban a sus le­gionarios; y de que usaran escorpio­nes en las batallas navales, que ate­rrorizaban a sus remeros. Pero ellos, a su vez, envenenaban los pozos de agua de las ciudades cartaginesas sitiadas. No hay métodos 'limpios' en la guerra: ni el avión suicida contra la torre, ni el cohete inteligente contra la cueva, ni el ántrax por co­rreo, ni la bomba atómica por orde­nador, ni los arcabuces con pólvora, ni las cerbatanas con dardos...
¿Y los fines, entonces? Tampoco ellos definen el terrorismo. No es más condenable ni maligno, en sí mismo, el fin de imponer la democracia occidental, que el fin de impo­ner la ley coránica. Es cuestión deopinión. O de interés, naturalmente. O ellos o nosotros...
Antonio caballero en revista Semana, Bogotá, '.octubre 200l.
La cohesión también puede establecerse entre palabras del texto. A esta forma de cohesión se denomina cohesión léxica.
Las relaciones semánticas entre el vocabulario que pueden establecerse en un texto pueden ser: la sinonimia, la antonimia la hiponimia la hiperonimia, las repeticiones. Sea el caso del texto:
Lo segundo, lo de la relatividad del poder, lo ilustró 5 siglos San Agustín con una anécdota de casi 1000 años antes, referida a Alejandro Magno.Capturó este gran hombre a un miserable pirata, y le espetó indignado: "¿Por qué siembras el terror en el Golfo de Corintio? " Y le contestó el pirata (más o menos): "Y tú, ¿por qué siembras el terror en el mundo entero? A mí me llaman pirata porque sólo tengo un barquito. A ti, porque tienes una inmen­sa flota de navíos, te llaman emperador".
En el fragmento, se menciona a Alejandro Magno como este gran hombre y emperador. Entre las dos palabras y el nombre propio existe una relación de sinonimia; los términos en el texto tienen un mismo significado: Alejandro Magno.
Ten en cuenta que los términos aparecen en oraciones diferentes, sólo así pue­de hablarse de cohesión léxica.
También las relaciones entre palabras pueden estar determinadas por las rela­ciones que se establecen entre la experiencia o conocimiento del mundo particular y los referentes de los términos en cuestión; sea el caso por ejemplo:
Depende de quienes seamos nosotros y de quienes sean ellos. Y depende también de qué tan fuerte o tan débil sea cada cual. El que tiene un bombar­dero, bombardea. El que sólo tiene una bomba, pone bombas.
En el fragmento anterior, se establece la siguiente relación: el fuerte / tiene bombardero / bombardea el débil /tiene bombas /pone bombas
Los lectores pueden comprender las relaciones si saben, por su conoci­miento de la realidad, que la capacidad militar de un bombardero es mayor que la de una bomba. Así, si se tiene el conocimiento de lo que es una guerra, un bombardero y la diferencia entre poner una bomba y bombardear, en­tonces pueden establecerse dichas relaciones.
LA SINONIMIA: Es la relación semántica que expresa la identidad, similitud o parentesco de significado entre elementos lingüísticos diferentes. Recuerda que en la lectura el escritor utiliza una anécdota acerca de Alejandro Magno para ejemplificar "la relatividad del poder". Pero para evitar la repetición del nombre recurre a la sinonimia: este gran hombre, utilizado en la segunda oración, y emperador, en la última. La relación sinonímica se establece entre las pala­bras del texto.
LA ANTONIMIA: Es la relación semántica que expresa oposición o inversión de significado en­tre elementos lingüísticos diferentes. Las palabras no representan valores opuestos absolutos sino que son conceptos relativos. En el fragmento del texto modelo, terrorismo aparece como opues­to de justicia: Terrorismo es lo que nos hacen ellos a nosotros. Justicia es lo que les hace­mos nosotros a ellos. Y viceversa. Depende de quienes seamos nosotros y de quienes sean ellos. Esta oposición no se da en un plano literal sino en un nivel connotativo.
Mediante esta oposición, el escritor hace una crítica al manejo del conflicto por parte de Estados Unidos. La decisión de invadir Afganistán puede entenderse como un acto de justicia (desde el punto de vista norteamericano) o como un acto terrorista (desde la perspectiva del pueblo de Afganistán).
LA HIPONIMIA: Es una relación de inclusión semántica entre los significados de las palabras. La hiponimia expresa la relación incluido-incluyente. Por ejemplo, el significa­do de la palabra bomba está incluido en el significado de la palabra arma. Sea el caso del texto modelo:
A mí me llaman pirata porque sólo tengo un barquito. A ti, porque tienes una inmensa flota de navíos, te llaman emperador. El significado de barquito está incluido en el de flota de navíos.
LA HIPERONIMIA: Es la relación incluyente-incluido, es decir, el significado de un término (inclu­yente) abarca el significado de otro término (incluido). Sea el caso del texto modelo:
Y eso nos lleva a los métodos. Los romanos se quejaban, durante las guerras púnicas, de que los cartagineses usaran elefantes en las batallas terrestres, que aterrorizaban a sus legionarios; y de que usaran escorpiones en las bata­llas navales, que aterrorizaban a sus remeros. Pero ellos, a su vez, envenena­ban los pozos de agua de las ciudades cartaginesas sitiadas. La palabra métodos es el hiperónimo de elefantes, escorpiones y envenena­miento de los pozos de agua. El término métodos incluye a todos los demás.
LA REPETICIÓN: Es la recurrencia en el texto de una palabra. En muchas ocasiones, la repetición tiene el propósito de dar énfasis, como, por ejemplo, la repetición de la palabra terrorismo en el texto. Terrorismo es lo que nos hacen ellos a nosotros. Justicia es lo que les hace­mos nosotros a ellos. Y viceversa. Depende de quienes seamos nosotros y de quienes sean ellos...
Dijo Kofi Annan, en la discusión sobre la definición de la palabra terroris­mo: "El terrorismo del uno es el 'luchador por la libertad' del otro".
En el fragmento anterior, en tres oportunidades se menciona di­cha palabra. Además, aparece en el título y en párrafos posteriores. Ese uso reiterado del término no es casual, por el contrario, es intencional; mediante él, Caballero enfatiza en que su uso es relativo (y ambiguo) y depende de quiénes la utilicen como de la situación o el contexto en el que aparece.
CADENAS COHESIVAS: Gracias a nuestro conocimiento de la realidad y experiencia particulares, po­demos establecer relaciones entre conceptos que, a su vez, determinan rela­ciones entre palabras. Sea el caso del ejemplo que expuesto al comienzo: el fuerte / tiene bombardero / bombardea el débil / tiene bombas /pone bombas
Este tipo de relaciones resultan familiares y esperadas gracias a la conceptualización de la realidad. Sin embargo, a veces se establecen conexiones bastante inesperadas. Por ejemplo las relaciones léxicas que hace Caballero con la palabra terrorismo:
Sus agentes pueden ser el pirata o el emperador. La historia del mundo está plagada de piratas que, a fuerza de terror, acabaron siendo emperadores... Vladimir Puttin, el presidente de Rusia, llama hoy terroristas a los chechenos que buscan su independencia poniendo bombas. Aquí en Colombia, para no ir muy lejos, este gobierno actual que dice combatir el terrorismo es el heredero de los que nosotros llamamos patriotas...
Caballero establece relaciones inesperadas a partir del término terrorismo: pirata o emperador, independentistas, patriotas. Para comprender estas rela­ciones no basta con el conocimiento que se tenga de la realidad, no es sufi­ciente con conocer el significado de las palabras; hay que entender el contexto en que aparece el término, cómo se lo utiliza y la intención de ese uso.
En general, este tipo de conexiones inesperadas funcionan como procedi­mientos retóricos o estilísticos. El escritor tiene la intención de cuestionar el uso que se hace de ciertos términos por parte del poder y, al mismo tiempo, generar en el lector una actitud crítica frente al lenguaje.
TALLER DE APLICACIÓN:
1. Identifica la cohesión léxica por repetición en el siguiente fragmento. Determina la intención del na­rrador.
"El hombre empezó a correr por toda la calle y de pronto se detuvo para tratar de recordar hacia dónde corría; así que sin lograrlo siguió corriendo; durante toda la juventud no había dejado de correr. Corría cuando salía del baño. Corría cuando salía del colegio, corría cuando salía del cine, corría cuando salía del café y corría cuando entraba en el baño..." Andrés Elias Flórez, La carrera, en Los perseguidos, Bogotá, Colección la biblioteca de Alejandría, 1997, pág. 11.
2.Determina la cadena léxica que se presenta en el siguiente fragmento aparecido en la revista Sema­na. ¿Cuál fue el conocimiento que necesitaste para establecer la relación?
Neil Armstrong no había pisado la Luna cuando la historia de Macondo y la familia Buendía apareció en los quioscos de Buenos Aires. El 5 de junio de 1967, salió a la venta la primera edición de Cien años de soledad. Después de entonces, la magia de este universo construido con mariposas amarillas, pescaditos de oro, muertos errantes, gitanos... ha hechizado a millones de lectores alrededor del mundo.

sábado, 13 de febrero de 2010

RECURSOS DE COMPOSICIÓN

LECTURA DE ENTRADA: EL HOMBRE DE LA CARAVANA DE LA MUERTE
Aún en un momento de descan­so, el hombre que acaba de ter­minar su yogur natural sentado en su escritorio de metal negro está tan empeñado en borrar su vida pasada que cuando alguien que tiene ese pa­sado en mente se inclina hacia él y le pregunta en voz baja: "Disculpe, ¿es usted el señor Fernández?", él ba­ja la mirada y niega su identidad. "No, señor", responde.
Regreso a mi silla corriente de vinilo y cromo, ubicada contra la pared de esta oficina de reparación de carroce­rías de automóviles. Tal vez no es él. ¿Cómo puedo estar seguro? Este hom­bre luce tan distinto de aquel que aparece en las escasas fotografías que le tomaron en su momento de gloria cuando servía en la policía secreta chilena, y en los recortes de prensa de 1987 cuando se declaró culpable co­mo cómplice del acto terrorista más odioso cometido en la historia de la capital de Estados Unidos.
Después de todo, el funcionario que aparece en las fotografías, el oficial de la temida DINA, tenía una abun­dante y brillante cabellera negra, no usaba anteojos y poseía el rostro re­dondo de un adolescente bien ali­mentado. El hombre que tengo ante mí, en cambio, es calvo, excepto por una banda de pelo en la parte poste­rior de la cabeza. Su rostro es delgado y lleva unos anteojos redondos con marco de acero, posados sobre una nariz aguileña, que le dan un ai­re de contador o de bibliotecario.
Por ahora su compostura se está des­vaneciendo rápidamente. Se mueve en su silla evadiendo adrede la mira­da. Cuando se levanta, me doy cuenta de que tiene los puños apre­tados. Camina con pasos tiesos para pasar de la oficina al taller mismo. Cuando lo sigo al área de trabajo, la cual semeja un hangar, al penetrar en el espacio en el cual vibran los impactos de los martillos de caucho y los sonidos de los aparatos de repa­ración de carrocería, así como el olor de la pintura fresca, un aire de resignación desciende sobre él. Fi­nalmente se rinde y reconoce la ver­dad: sí, él es el ex mayor Armando Fernández Larios, prófugo de la jus­ticia chilena y huésped del gobierno de Estados Unidos.
En 1990, antes de abandonar el po­der casi absoluto que hasta entonces tenía Augusto Pinochet, tomó una serie de medidas con la confianza de que le iban a garantizar que jamás tendría que someterse a juicio por su participación en las ejecuciones su­marias, la tortura, el secuestro y el encarcelamiento extrajudicial de va­rios millares de compatriotas. Intro­dujo cambios constitucionales que lo harían senador vitalicio, no por­que quisiera tomar parte en la crea­ción de leyes o en su debate, sino porque el cargo le brindaba inmuni­dad parlamentaria.
En una sentencia sin precedentes, el 8 de agosto la Corte Suprema de Chile despojó a Pinochet de esa pre­rrogativa, y permitió que fuera lla­mado a juicio.
Armando Fernández, de 51 años, ad­ministrador de un negocio de repa­ración de automóviles del oeste de Miami, y otrora asesino, también to­mó medidas a finales de los años ochenta con el propósito de evitar, en un futuro impredecible, un juicio bajo cargos de haber cometido atro­cidades. Hasta el momento su plan, en el cual entró a participar decidi­damente el gobierno de Estados Unidos como proveedor de refugio, ha funcionado mejor que el del ex dictador. (Douglas Grant Mine, en revista Gatopardo, noviembre de 2000,)

Los recursos de composición son la manera de expresar una idea. Está relacionado con el propósito textual, es decir, con la necesidad de organizar las ideas en función de una intención. El contenido se amolda al modelo que el escritor crea más conveniente. La eficacia de un mensaje reside en el acierto del recurso escogido. Por ejemplo, si se desea decir cómo es una persona, se describo; si se quiere contar cómo se cono­ció, se narra; si se quiero demostrar por qué es buen amiga, se argumento; pero si se quiere decir qué nivel de preparación profesional tiene, se expone.
Recursos básicos de composición
La descripción: describir es "mostrar" con palabras, para lo cual se "dibuja" verbalmente el referente aludido (cosa, persona, animal, lugar, etc.). Su pro­pósito es involucrar al lector con lo que se escribe, hacerle la lectura más concreta, más viva. Una buena descripción enriquece las ideas con detalles y minucias, exige un amplio vocabulario y gran capa­cidad de observación.
La narración: la esencia de la narración está en la acción, en la secuencia ordenada de eventos, por eso, verbalmente predominan en ella los verbos y expresiones o enlaces como: cuando, entonces, finalmente, luego, etc. Su propósito es relatar una serie de acontecimientos para hacerle vivir al lector una escena, para ambientar un tema, para sustentar una idea, introdu­cir una conclusión. Es un recurso muy cinematográfico.
La argumentación: el propósito fundamental de este recurso es sustentar, defender o demostrar una idea (tesis) a partir de otras ideas (argumentos). En la argumentación, el escritor define una posición personal frente a un tema y la desarrolla de manera coherente. Como parte de los mecanismos de sustentación, están la descripción, la narración y la exposición.
La exposición: la exposición tiene un propósito declarativo, simplemente enuncia información. Busca hacer concreto un tema; por ello, expresa datos, fechas, hechos, evidencias, características, conceptos. Es una herramienta importante al momento de argumentar. No admite la subjetividad, es más de carácter noticioso.
TRABAJO: Escribe un texto en el que apliques por lo menos tres de los recursos vistos.

LOS ACTOS DE HABLA.

En nuestra vida cotidiana realizamos gran cantidad de actos. En muchos de de ellos utilizamos el lenguaje para: saludar, agradecer, preguntar, hacer peti­ciones, etc. También realizar acciones que no involucran al lenguaje, como co­mer, caminar, trabajar…
Los actos de habla son acciones que pueden hacerse con el lenguaje. "Decir algo' es realizar algún tipo de acción. Sea el caso:
Santiago: —Pero si hoy es viernes, el día sin hombres fue uno solo, Mar­tín... necesitas remozarte, hombre..., relacionarte con personas del sexo opuesto.
Martín: —Es que hace diez años no salgo con una mujer. Yo no entiendo a la hembra del siglo XXI. Como puede describirse lo que Santiago y Martín hacen cuando enuncian esas frases?
En la conversación entre los personajes se producen diferentes actos: SE AFIRMA algo: hoy es viernes, el día sin hombres fue uno solo, Martín.
Es que hace diez años no salgo con una mujer. Yo no entiendo a la hembra del siglo XXI.
SE DA UN CONSEJO: necesitas remozarte, hombre..., relacionarte con perso­nas del sexo opuesto.
Ahora bien, cuando los hablantes producimos cualquier frase, realizamos dos actos: Emitimos unas palabras estructuradas en una frase; decimos algo; y con nuestro "decir" realizamos algún acto: afirmar, preguntar, aconsejar, ordenar…
Desde la perspectiva de los actos de habla, el lenguaje es una actividad, como un juego en el que los participantes realizan acciones conformes con ciertas reglas. Cuando se pregunta algo, la regla es que el otro responda; cuando se pide, la regla es que el destinatario realice el acto pedido.
TIPOS DE ACTOS
Existen diferentes tipos de actos; según la intención comunicativa del hablante los actos de habla pueden ser:
Ø ASERTIVOS: el propósito es informar acerca de un hecho; los verbos que se utilizan en estos actos son aseverar, afirmar, enunciar. V.g. Santiago: —A las mujeres de hoy les gusta el hombre que hace ejerci­cios, el que hace deportes de alto riesgo, no aceptan los débiles...
Ø INTERROGATIVOS: el propósito es obtener información. Son los actos donde el hablante hace preguntas. v.g.: Martín: ¿Pero esta revista es sólo para hombres?
Ø DIRECTIVOS: el propósito es conseguir que el receptor realice una acción. V.g. Martín: —Bueno, móntate.
Ø EXPRESIVOS: manifiestan el estado de ánimo del emisor. También corres­ponden a actitudes y comportamientos sociales. Por medio de estos se felicita, se dan las gracias, se saluda v.g. ¡Perdóname
Ø COMPROMISORIOS: el propósito es comprometer al hablante a adoptar alguna conducta o a realizar algún acto. V.g. juramentos y compromisos.
Ø ACTOS DE HABLA INDIRECTOS: Por medio de estos actos, los ha­blantes dicen algo diferente de lo que quieren expresar. Muchas ve­ces, se utilizan por cortesía. Por ejemplo: ¿Podemos salir? En este acto, el emisor no busca pe­dir información, está haciendo una petición. Por norma social, se prefiere hacer pedidos de esta forma antes que con una frase imperativa de esta manera, no se ejerce autori­dad sobre el destinatario.
TRABAJO: Identifica qué acción comunicativa se busca con cada una de las siguientes frases. enfatizando si son ac­tos directos o indirectos:
Ø Vamos a sacar el proceso de paz adelante!
Ø ¿Podrían cerrar la boca?
Ø ¡No se come en clase!
Ø Prohibido fumar.
Ø ¿Me llamas más tarde?
Ø El país está enfrentando la crisis más grave de su historia.
Ø Yo no saldría con esta lluvia.
Ø ¿Podría recogerme a las tres?
Ø Vas a estar mejor si te acuestas.

LA PRAGMATICA

Es el estudio de la actuación lingüística, es decir, del uso que los hablantes hacemos de la lengua y los efectos que este uso produce en las demás personas que participan de la comunicación. El uso de la lengua está determinado por la situación o el contexto en el que se produce la comunicación. Por ejemplo, el uso de los pronombres personales es un ejemplo de cómo la situación social condiciona el uso de una u otra forma pronominal:

Existen muchas formas sociales que condicionan la manera de hablar; por lo general, damos las gracias cuando nos ofrecen algo; saludamos al entrar en un sitio o al encontrarnos con otras personas; utilizamos "por favor" cuando hacemos un pedido y, por cortesía, cuando necesitamos pedir algo no recurrimos a una frase imperativa, sino a una en forma de pregunta, sea el caso: Cierra la puerta! ¿Puedes cerrar la puerta? En el primero se realiza un pedido en un tono imperativo; la expresión es im­positiva y supone que uno de los participantes está en una posición de supe­rioridad respecto al otro, que es un subordinado. Por cortesía con el destinatario, se prefiere el pedido en forma de pregunta Aunque la intención de la persona que realiza el acto no es la de preguntar sino de hacer una petición, realizarlo de esta forma es ubicarse en una posición de igualdad respecto al otro.
Algunas convenciones se aprenden a temprana edad; cada sociedad tiene sus convencionalismos y sus reglas de cortesía. En la sociedad colombiana, se utilizan fórmulas de cortesía que en otros países del continente no se utilizan. Por ejemplo: a la orden (la persona se pone a disposición de otra); tenga la bon­dad (para hacer una petición). Este tipo de formalismos también se utilizan en el lenguaje escrito y en el lenguaje no verbal. Los gestos también están regulados por la situación; hay gestos que pueden hacerse en público; otros que se admiten sólo en privado.
Pragmática del texto: La pragmática también se ocupa de los textos. Estudia las relaciones entre los textos, los usuarios y la situación comunicativa. Para este estudio interesan los propósitos que tiene un autor con su texto, los lectores a quienes se dirige, los conocimientos que se deben dar para que el lector comprenda el texto y las estrategias que se deben utilizar para que la comunicación sea exitosa.

ESTRUCTURA DEL TEXTO: LA COHESIÓN

LECTURA DE ENTRADA: CUALQUIER PARECIDO
Dicen los cronistas que cuando los españoles llegaron a las cos­tas de Colombia creyeron haber en­contrado el paraíso. Lo mismo (3) pen­saron millones de televidentes cuando vieron las primeras imágenes de las islas panameñas donde los participantes del programa de televi­sión Expedición Robinson iban a con­vivir y realizar sus pruebas.(1) Sin em­bargo, tal como sucedió en el actual territorio de Colombia, la idea del paraíso muy pronto le dio paso a otra (4) menos romántica. Intrigas, compo­nendas, pactos secretos y trampas en medio de aguaceros inclementes y nubes de mosquitos han sido el día a día de los protagonistas del progra­ma. (...)
Expedición Robinson cada vez se pare­ce menos a Robinson Crusoe y cada vez más a Colombia. Para comenzar, a lo largo del programa han sido eli­minados los que más recuerdan a Robinson Crusoe y, de paso, al este­reotipo del colombiano bueno que ilustra los comerciales instituciona­les de empresas que creen en lo nuestro: "Madrugador, emprendedor, trabajador, echado pa'lante, recursivo, generoso, solidario". En Expedición Robinson, como en Colombia, las co­sas no son como suelen ser. Al cierre de esa edición, y tras la insólita eliminación de Mauricio, sólo queda una aplastante mayoría de marrulle­ros, aprovechados, paranadas, vagos, los que pasan de agache y saben pes­car en río revuelto (...)
Colombia en miniatura
Si la misión de quienes escogieron a los concursantes era lograr una re­presentación cabal de Colombia y su historia reciente, hay que felicitar­los. Hicieron su trabajo de maravi­lla. Veamos por qué.
Al comienzo, como en los cuentos de hadas (y los textos de historia pa­tria) había dos tribus. Los atchas y los ukups, que parecían tan nobles, sólidas y consolidadas como el Parti­do Conservador de Caro y Núñez y el liberalismo de Olaya Herrera, Ló­pez Pumarejo y Santos. Es más: en aquellos primeros dos o tres capítu­los se podía creer en las institucio­nes, es decir, en el consejo de la tri­bu, en el que unos "repúblicos ungidos por la providencia para detentar los más altos designios de la patria y en' centrar una luz detrás del túnel" se en­cargaban de expulsar de la isla a quienes eran inferiores a sus respon­sabilidades (...)
Luego, la mecánica del concurso de­terminó que las dos tribus se convir­tieran en una sola.
Vaya, vaya... lo mismo le pasó a Co­lombia durante el Frente Nacional. Los partidos se acabaron, las ideolo­gías se diluyeron y, tanto en Expedí' don Robinson como en Colombia, comenzó la rapiña desvergonzada, la milimetría, la operación avispa, la manguala y el contubernio. Las ma­las lenguas hablaban de un grupo de Robinson que se había puesto de acuerdo para repartirse entre unos pocos el premio único de 200 millo­nes de pesos y sacar de la isla a los que no formaran parte de esa rosca.
Hay que ver las razones que esgri­mieron para sacar a Mauricio, el ar­quitecto que les construyó cambu­ches decentes, el que madrugaba para prender el fuego. Dijo Annie: "Te queremos mucho, hemos aprendido mucho, pero ya cumpliste un ciclo con nosotros"...(2) Y Rafa, como buen polí­tico de la Costa —de esos que piden la palabra en los debates televisados para que los vean en su región—, habló mucho pero no dijo nada y no se supo por qué razón debían sacar a Mauricio.
Cuando lo expulsaron de la isla, Mauricio dijo a manera de conclu­sión y moraleja: "Esto me confirma lo que siempre he pensado. Al final sólo va a quedar una sopa de desperdicios". Eduardo Arias, en revista Semana, Bogotá, No. 1021, noviembre de 2001.
v Para que un mensaje pueda ser comprendido, debe estar estructurado, es de­cir, debe organizar sus elementos en forma de texto. El texto no es la suma de oraciones aisladas, sino un conjunto de oraciones relacionadas entre sí. Estas relaciones son las que constituyen la estructura textual y organizan el men­saje como un todo comprensible. El texto tiene una extensión variable y puede estar conformado por una oración, un párrafo o más de un párrafo, ej. un texto puede ser una oración: Más que un concurso de sobrevivencia, Expedición Robinson es una parodia de Colombia. Un texto también puede ser todo un artículo, como el de Eduardo Aras.

La característica esencial de un texto no es su extensión sino la textualidad, la cual hace que el texto lo sea; esa textualidad se da gracias a dos elementos la coherencia y la cohesión.
LA COHESIÓN: Establece relaciones particulares entre las oraciones y el léxico (palabras), por tal motivo se diferencian dos clases de cohesión: Gramatical
Sea por ejemplo en el fragmento (1), la relación entre la primera y la segunda oración se da por el elemento lo mismo, que hace referencia al contenido enunciado en la prime­ra: la idea de haber encontrado el paraíso.
LOS ELEMENTOS COHESIVOS: Existen varias clases de elementos cohesivos, para el efecto solo veremos por ahora el referencia.
En la lengua, existen elementos que no tienen un significado propio, para ser interpretados se necesita de otro elemento que se encuentra en el texto o fue­ra de él; sea el caso por ejemplo: En el fragmento (2), el pronombre personal te tiene como referencia a Mauri­cio y sólo podemos comprender a quién se refiere si volvemos a la oración anterior. El pronombre es el elemento que permite la relación entre la primera oración y la segunda.
La referencia puede ser de dos tipos: la intratextual (interior al texto, como el caso del ejemplo) y la extratextual (exterior al texto). Pero para la cohe­sión sólo interesan las referencias intratextuales.
LA REFERENCIA INTRATEXTUAL: Entre los tipos de referencia intratextual, se puede mencionar la personal (ex­presada en pronombres personales y posesivos); la demostrativa (pronom­bres demostrativos y el artículo definido) y la comparativa (representada en verbos comparativos y adjetivos). La referencia intratextual puede ser anafórica, cuando se refiere a algo que se enunció con anterioridad en el texto, o catafórica, cuando se refiere a algo que se mencionará posteriormente en el texto. Sea el caso por ejemplo (3) la relación entre la primera y la segunda oración se da en la expresión lo mismo (comparativo) y el sentido está en la idea del paraíso presente en la oración anterior (referencia anafórica). En el caso (4) el sentido de otra se aclara en la oración que le sucede: intrigas, componendas… (referencia catafórica).REFERENCIA PERSONAL: Constituida por los pronombres personales y posesivos; eje. TE


REFERENCIA DEMOSTRATIVA: Constituida por los determinantes y adverbios demostrativos, mediante ellos el hablante señala y localiza el referente; eje. Expedición Robinson se grabó en una isla de Panamá. Allí vivieron los concursantes 45 días. Los demostrativos establecen este tipo de cohesión, ellos son: este (a), estos (as), ese (a), esos (as), aquel, aquello (a), y los adverbios aquí, ahora, allí…
REFERENCIA COMPARATIVA: Expresa relaciones de igualdad, semejanza o diferencia; se manifiesta a través de adjetivos y adverbios. Eje. Luego, la mecánica del concurso de­terminó que las dos tribus se convir­tieran en una sola. Vaya, vaya... lo mismo le pasó a Co­lombia durante el Frente Nacional. (igualdad).
LA COHERENCIA, a diferencia de la cohesión, no es la relación superficial entre las oraciones sino que ella organiza la información semántica del texto (significado), actúa en un nivel más profundo (supratextual). Es la forma como se organizan los conte­nidos del texto en función de un tema general. Por ejemplo: el tema general del texto es el programa Expedición Robinson, el cual se organiza, a través de comparaciones, con temas secundarios como la política o la historia de Colombia. Por medio de la coherencia el lector reconoce el tema y la estructura de un texto; mediante ella se determina la macroestructura y la superestructura.
MACROESTRUCTURA: Es el mecanismo mediante el cual se organiza la información de un texto a través del establecimiento de relaciones jerárquicas. Es la información global que quiere transmitirse y se integra por el tema de las oraciones relacionadas entre sí (subtemas); en las oraciones temáticas se relacionan conceptos o ideas que se tienen acerca del evento que se desarrolla (palabras claves). Sea el caso:

LA SUPERESTRUCTURA: Caracteriza el tipo de texto independientemente de su contenido. Es el esquema al que el texto se adapta, al igual que la macroestructura es una estructura global, es decir, no se da con relación a oraciones o secuencias aisladas sino con el texto total. La diferencia se da en que la macroestructura es semántica (organización conceptual del tema) y la superestructura es el esqueleto (esquema, forma del texto). Existen textos convencionalizados, fáciles de identificar la superestructura, mientras que en otros no es fácil determinarla (fábula, la historia se cierra con una moraleja).
La superestructura determina si el texto es narrativo, argumentativo o expositivo. (Eje. Superestructura texto periodístico).


ESTRUCTURA ARGUMENTATIVA DEL TEXTO; LA JIJAD CRISTIANA

Lo peor que podría pasar es que todo se nos convierta en una Ji­jad, en una guerra santa. O, lo que es lo mismo, en una Cruzada, como al­canzó a decir Bush en una expresión bastante torpe para el presidente de un país que hunde sus raíces cultura­les en el concepto ilustrado de la to­lerancia religiosa. Ojalá el conflicto que seguirá al terrorismo demencial no nos sea presentado como una lu­cha entre el bien y el mal, o como la guerra entre la luz y las tinieblas. No cabe duda de que el terrorismo es un mal, de que el millonario Bin Laden es un personaje siniestro, o de que el régimen Talibán (cuya primera víc­tima es el pueblo afgano) es una te­nebrosa teocracia. Pero también hay talibanes cristianos dentro de Esta­dos Unidos y sería gravísimo que en estos momentos de rabia y dolor fue­ran ellos los que orientaran la políti­ca de la gran potencia.
Entre quienes apoyaron a Bush para ganar la presidencia hay, por ejem­plo, un par de famosos telepredica­dores de la derecha cristiana: Pat Robertson y Jerry Falwell. Dijo Ro-bertson en el Canal Cristiano: "Los abortistas tienen que cargar con par­te de la culpa en esto, porque nadie puede burlarse de Dios". Y Falwell, el líder de la Mayoría Moral, aumen­tó la dosis: "Yo culpo a los paganos, a los abortistas, a las feministas, a los gays y a las lesbianas... los señalo en la cara y les digo: ustedes ayudaron a que esto pasara". Los niveles de de­mencia de la derecha norteamerica­na van más allá de los delirios de es­tos personajes. Al día siguiente de la tragedia, un periódico de Carolina del Sur publicó la siguiente propues­ta bélica en un editorial: "Cuando ellos nos golpearon con Pearl Har-bor, nosotros respondimos con Hi­roshima".
Hay cavernas tenebrosas, como se puede ver, también en el bando de los "buenos". Lo cual no nos lleva a pensar como los talibanes de izquier­da (que abundan en todo el mundo), quienes en estos días han celebrado
La barbarie de las torres gemelas como si calcinar a seis mil personas de todo el planeta fuera algo que Estados Unidos se merecía. Los talibanes de izquierda también han emprendido una guerra santa en la que los infieles a combatir se llaman americanos. Es necesario encontrar por fuera del coro extremista de los fanáticos de todos los cuños, un camino moderado que permita perseguir y castigar a los terroristas, sin caer en masacres vengativas que solamente alimentarían un sentimiento antioccidental, el cual a su vez sería como gasolina sobre las llamas del terrorismo
Donde gobiernan los clérigos, reina el fanatismo y se incuba el terrorismo. En un país intolerante, los telepredicadores gringos serían hoy terroristas capaces de emprender una Jijad cristiana. En un país abierto y tolerante (como lo ha sido hasta ahora Estados Unidos, al menos por dentro), estos telepredicadores no son otra cosa que figuras insoportables que hay que soportar.

Héctor Abad Faciolince en revista Cambio, No. 431 2001

EL BARROCO ESPAÑOL

El Barroco es el periodo que sucedió al renacimiento, entre finales del siglo XVI y finales del siglo XVII, impregnó todas las manifestaciones culturales y artísticas europeas y se extendió también a los países hispanoamericanos. La palabra barroco tuvo originalmente un sentido peyorativo, ligado con la extravagancia y la exageración, que aún se mantiene en ciertos tópicos del lenguaje no especializado. Se dice que el término deriva del portugués barroco (castellano barrueco), que significa ‘perla irregular’. También suele relacionarse con baroco, nombre que recibe una figura del silogismo. El barroco expresa la conciencia de una crisis, visible en los agudos contrastes sociales, el hambre, la guerra, la miseria. Suele establecerse una distinción entre el barroco de los países protestantes y el de los países católicos (barroco de la Contrarreforma).
En el caso de España, aunque sin perder de vista el contexto europeo, José Antonio Maravall ha enumerado una serie de asuntos y tópicos literarios que definen una imagen del mundo y del hombre: la locura del mundo; la melancolía, la sensación de inestabilidad de los hombres y la fugacidad de las cosas; la revitalización del tópico del mundo al revés y la figura del gracioso en el teatro español como uno de sus representantes; el mundo como laberinto, como gran plaza o mesón; la concordia de los opuestos; el mundo como guerra y el hombre lobo del hombre.
Desde el punto de vista estético, sobresalen la búsqueda de la novedad y de la sorpresa; el gusto por la dificultad, vinculada con la idea de que si nada es estable, todo debe ser descifrado; la tendencia al artificio y al ingenio; la noción de que en lo inacabado reside el supremo ideal de una obra artística. La búsqueda de la novedad y de lo extraño explica la admiración del barroco por pintores flamencos como El Bosco, Arcimboldo y Brueghel el Viejo: así lo demuestran, entre otros textos, los Sueños del escritor español Francisco de Quevedo.
Entre los autores del barroco hispanoamericano, destacaron (el Inca) Garcilaso de la Vega (1539-1616) en Perú; Sor Juana Inés de la Cruz, sobre todo por su Primero Sueño (de clara influencia gongorina por su audacia formal) y El divino Narciso (cuyo antecedente es Eco y Narciso, del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca), y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, autor de una Historia chichimeca y traductor de poesía náhuatl en México; Martín del Barco Centenera (La Argentina y Conquista del Río de la Plata), extremeño que vivió más de veinte años en América; Pedro de Oña y Arauco domado en Chile; el canario Silvestre de Balboa y Espejo de paciencia en Cuba, y Hernando Domínguez Camargo, a quien el poeta Gerardo Diego cita en su Antología poética en honor de Góngora, y que vivió en Colombia.
CULTERANISMO Y CONCEPTISMO La retórica barroca puede sintetizarse en la coexistencia de dos corrientes: el conceptismo y el culteranismo. Aunque generalmente suele afirmarse que se trata de dos estilos opuestos, lo cierto es que los dos buscan la complicación formal. El culteranismo intensifica los elementos sensoriales preocupado por el preciosismo y la artificiosidad formal a través de la metáfora, la adjetivación, el hipérbaton forzado o los efectos rítmicos y musicales del lenguaje; a esta tendencia pertenecen Luis de Góngora y Pedro Soto de Rojas. La crítica señala como ejemplo más significativo del culteranismo la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora, en cuya primera estrofa aparecen todos los procedimientos culteranos:
El conceptismo debe su nombre a los Conceptos espirituales (1600-1612) de Alonso de Ledesma. Su juego formal se basa en la condensación expresiva y para ello se sirve de la polisemia, las elipsis, las oposiciones de contrarios o antítesis, las paradojas, todo lo que exija una agudeza conceptual y cuenta entre sus principales representantes a Francisco de Quevedo, Luis Vélez de Guevara y su El diablo cojuelo, la prosa de tipo moralista y satírico de Baltasar Gracián y autores de empresas o emblemas como Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648). En teatro, sobresale Pedro Calderón de la Barca, especialmente por La vida es sueño y El gran teatro del mundo, donde se entrelazan concepto y juego verbal. El tema del sueño y la duda sobre los límites entre apariencia y realidad permiten aproximar a Calderón con el dramaturgo inglés William Shakespeare. El conceptismo valora laconismo, por eso, a veces, se ha confundido con claridad estilística y precisión, algo de lo que carece por completo, como puede verse en la frase de Gracián característica de este estilo: “Lo bueno si breve, dos veces bueno”, que como se ve es ingeniosa pero ni precisa ni clara.
TRABAJO: Elabora un ensayo en el que se exalten las características, diferencias y similitudes del Barroco.